sábado, 1 de enero de 2011


Si encontrara la misma razón por la cual decidí mentirme, las palabras ya no quebrantarían aquella coraza. Entre humos confusos restriego mi humanidad, inquieta por los susurros de un te amo, olvido mi nombre, ese que por tiempos múltiples me dabas para identificar lo que tuyo era.

Nada era como parecía, nada era mío. Sobredosis de ternura mezclada con agrias gotas de melancolía arrojaban aquellos pétalos negros al amanecer, camas encubiertas por un manto negro que a su vez se volvía transparente, cuadernos escusados de responsabilidad, esa que nunca tuve encima. Ayer nada fue lo que el mañana prometía y sin media preocupación entregué mi alma a la noche… como tantas veces. Aquel extraño puso en jacke lo que yo llamaba ingenuidad, lo que yo llamaba locura.

En canciones escribo anécdotas indestructibles de una pasión única, en un año marco mi destino como si de algo sirviera realmente. Sigo mintiéndome.

Por momentos aquellas almas que significaban se volvieron infames y promiscuas, cómo declarar entra comillas toda una vida?. Esta es una de esas noches en la que desearía convertir espuma en oro, en las que detesto ser yo para sólo dejar de parecer.

Arrinconada aprieto mis sábanas recordando rostros cercanos, pero que se alejan en cada pestañar, ilusos los que creen en lo que les recalcan sólo por anhelar una realidad obstruida. Dolor, decepción… de mi misma, de todos.

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