lunes, 1 de marzo de 2010

27.02


Como empezar para poder terminar con todo aquello que nos mantiene así, de esta manera tan fría y poco elocuente. Como describir simplemente, los afectos que se perdieron. Cuanto más nos hace falta para darnos cuenta que nos queda poco, cada vez menos. Cuando será el día en que por fin digamos, lo siento.

Rasgamos nuestros vestidos en señal de amargura y desesperación, que logran cubrir nuestra envenenada alma. Procuramos aferrarnos a quienes minutos atrás parecían extraños de sangre. Cuanta mentira torna en un ambiente hostil, seremos capaces realmente de abrir los ojos y mirar más allá?, Las coincidencias no existen, y por más que las avalen se hunden en un abismo de calumnias que ellos mismos forman.

Cuando descubriremos que no todo es lo que parece y que necesitamos cambiar, ser mejores personas quizás.
La impotencia, el hecho de sentirme inútil ante una sociedad sedienta de compasión, extrañar, necesitar, vivir, dar gracias… dar gracias a quién?, Diablos!
Debemos sumergirnos en lo que resulta ser algo espantoso, oportunista y desquiciado para ser considerados. Cuan alta es la vara de la codicia? Precisamente en estos momentos es cuando me gustaría por un momento simplemente dejar de ser, estas cosas me retuercen los sentidos, aunque no estoy segura si es porque de verdad me entorpecen la mente o por culpabilidad.
Al fin y al cabo, siempre resulto ser lo que menos esperaba.