jueves, 14 de noviembre de 2013

Sequía?



Encontrar tu camino implica alejarte del mío; eres libre y la libertad me embarga. Me gustaría decirte que me siento feliz, pero siento envidia de tu pasión.

Las rosas cantan pétalos negros durante las mañanas, aunque si estás aquí las espinas ya no rozan, cierro mis ojos y siento que pican y pican torturando mi placer. Ya te extraño y no quiero extrañarte, te quiero y tengo miedo; tengo miedo de fallar, de escribir en vano lo que no salía hace meses.
A veces me pregunto si pulsar letras sirve realmente, si el deseo de escribir se hace delirio con cada pulsar, si las razones por las cuales espero con ansias este reencuentro  entre mis palabras y el medio son efectivamente efectivas. Siento que he perdido el rumbo desde que deje de escribir, palpita el reptil en busca de calor, ese calor que sólo me da poder expresar en tinta lo que siento. Si la felicidad estuviera en una letra, dejaría que la sacaras de una pecera inundada de alcohol, brillante de amapolas y claveles morados… Tan morados como yo.

Si me dedicara a pasear por cada uno de los recuerdos que me llevan a tu verdad me perturbaría en el intento, lucharía por abrir mis ojos y encontrarte ahí, tan íntegramente compuesto, frio y aburrido – debería dejar de sólo escribir las veces que decida detener al corazón-. La vida se cobra de tus pecados para hacerte sentir una mierda, para recordarte que hay algo de ti que no te pertenece y que en algún momento deberás ceder a ello; a tu naturaleza, a lo que el mundo llama amor (aunque personalmente discrepo con lo que el mundo dice amar y la manera en cómo lo hace), a ese amor del que mil veces te escondiste reptil, huiste arrastrándote con la cabeza empolvada… Finalmente siempre supe como curarme.

Ojalá pudiera decir que ahora el control me pertenece, que la luna gira a mi favor en este instante y que no siento que se me desgarra el alma con cada lágrima. Ojalá pudiera recordar lo que me hizo ser así y cuadrar mis emociones como quien construye un edificio; ¿en qué momento me volví tan vulnerable? Apreto mis manos para encontrar algo de alivio, algún indicio de descarga y puede que también por frio (debo ser la única persona en la quinta región que tiene frio). Si me leyeras, ¿me contarías?, tal vez te pueda explicar en palabras más sencillas lo que trato de gritar, a lo mejor entenderías por qué actúo de esta manera y por qué necesito destrozar mi corazón para volver a sentir que vivo.


-No cierres la ventana porque la puerta está con llave; hay que encontrar la manera de salir de aquí.-