Encontrar tu camino implica alejarte del mío; eres libre y
la libertad me embarga. Me gustaría decirte que me siento feliz, pero siento
envidia de tu pasión.
Las rosas cantan pétalos negros durante las mañanas, aunque
si estás aquí las espinas ya no rozan, cierro mis ojos y siento que pican y
pican torturando mi placer. Ya te extraño y no quiero extrañarte, te quiero y
tengo miedo; tengo miedo de fallar, de escribir en vano lo que no salía hace
meses.
A veces me pregunto si pulsar letras sirve realmente, si el
deseo de escribir se hace delirio con cada pulsar, si las razones por las
cuales espero con ansias este reencuentro entre mis palabras y el medio son
efectivamente efectivas. Siento que he perdido el rumbo desde que deje de
escribir, palpita el reptil en busca de calor, ese calor que sólo me da poder
expresar en tinta lo que siento. Si la felicidad estuviera en una letra,
dejaría que la sacaras de una pecera inundada de alcohol, brillante de amapolas
y claveles morados… Tan morados como yo.
Si me dedicara a pasear por cada uno de los recuerdos que me
llevan a tu verdad me perturbaría en el intento, lucharía por abrir mis ojos y
encontrarte ahí, tan íntegramente compuesto, frio y aburrido – debería dejar de
sólo escribir las veces que decida detener al corazón-. La vida se cobra de tus
pecados para hacerte sentir una mierda, para recordarte que hay algo de ti que
no te pertenece y que en algún momento deberás ceder a ello; a tu naturaleza, a
lo que el mundo llama amor (aunque personalmente discrepo con lo que el mundo
dice amar y la manera en cómo lo hace), a ese amor del que mil veces te
escondiste reptil, huiste arrastrándote con la cabeza empolvada… Finalmente
siempre supe como curarme.
Ojalá pudiera decir que ahora el control me pertenece, que
la luna gira a mi favor en este instante y que no siento que se me desgarra el
alma con cada lágrima. Ojalá pudiera recordar lo que me hizo ser así y cuadrar
mis emociones como quien construye un edificio; ¿en qué momento me volví tan
vulnerable? Apreto mis manos para encontrar algo de alivio, algún indicio de
descarga y puede que también por frio (debo ser la única persona en la quinta
región que tiene frio). Si me leyeras, ¿me contarías?, tal vez te pueda
explicar en palabras más sencillas lo que trato de gritar, a lo mejor
entenderías por qué actúo de esta manera y por qué necesito destrozar mi
corazón para volver a sentir que vivo.
-No cierres la ventana porque la puerta está con llave; hay
que encontrar la manera de salir de aquí.-