miércoles, 19 de enero de 2011


- Recuerdas aquel beso en medio de la brisa marina y destellos verdes en el cielo?

- Beso es poco, eso fue complicidad. Recuerdas mis manos rozando esos muros?

- Los muros que con el tiempo construiste… esos que odié, pero acepté.

- Aquellos muros que se voltearon al ver tu luz y se quebraron cuando los tocaste.

Cuando se preguntaron qué era realmente la amistad se vieron envueltos en dudas al darse cuenta que las cosas se iban de sus manos. La lucha se volvió constante hasta el punto de aceptar al otro como algo que concientemente no era.

Se miraban, se besaban, se amaban, pero en destruidas anécdotas derrotaban sus almas, se aniquilaban entre ambos, aquel mundo de mariposas grises se volvía polvo a medida que pasaba el tiempo, existiendo aún esperanza en un corazón. Aquel, caía y se levantaba, por su ser, por el que lo complementaba, formaba nuevos caminos para recorrer sin prisa hasta que sintió que aquellos caminos sólo eran de él.

- Perdóname.

- De qué serviría?

- Sólo hazlo, y volverán a brillar las estrellas en tu pelo, volveremos a correr por el puerto, regresarán las ansias de vivir, de vivir ahí… en aquel lugar.

- Tiempo.

La temperatura baja y con ella el amor, pero ese mismo corazón que lidiaba solo con su propio karma y requería perdonar, frotaba entre las piedras sus alas para que todo volviera a ser más cálido, para que todo fuera mejor.

Al mirar dentro, encuentro pequeños mundos paralelos, que ligan entre si hilos dorados, tejen formando nudos ciegos que los unen deprisa, uno se da cuenta y lo desenreda, pero vuelve a aparecer, así mismo pasan eternidades, uno teje sin conciencia y el otro intenta desplegar un puente.

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