domingo, 28 de noviembre de 2010

Espacio y rencor, Amor y siluetas.


Retumbo en las ausencias de un pasado que pasó, tengo miedo a brillar sin que tú estés para presenciarlo, sin embargo permanezco inmóvil para observar. El suelo tiembla al pensar en lo vivido y no puedo detener las ansias que tengo de cubrirme por tu cielo, extraño al extraño que vive en mi almohada, extraño al ser que reprimía mis instintos naturales para no caer; cuestionar el por qué es inútil si anhelo el verte volar.

Espero… al prender aquel cigarro sólo recordé tu voz diciendo al mundo que pecaba, son las canciones que me llenan de una angustia feliz, rara ironía.

El reloj marca las 4:00 y yo sólo espero que amanezca para lograr fingir otra vez mientras en secreto oculto mis manos negras, torpe fui, soy y seré.

Sonríe dices mientras escondes los ojos de lo ajeno, ya tarde reencontramos plegarias deshechas en humos turquesa que sólo permitimos sanar cuando lo necesitamos, qué es lo que hace una mujer cuando siente desdicha? Te besa fingiendo el ser lo que no es.

Ubicarme en una posición me resulta incomodo si ni cuenta me he dado de cuál es mi valor, mis dedos tiemblan por querer despegarse a través de un lápiz en hojas desteñidas por el olvido. Tiempo sin sentir más allá de lo que pienso.

Tengo miedo, ya es hora de reconocerlo, pero… miedo de qué? Si al voltear mi cabeza sólo veo estrellas fugases que recopilan la historia, ya no trates de ayudarme si lo único que necesito es que no estorben… espacio y rencor, amor y siluetas.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Un.


- Aló?

- [...]

Susurras deseos ocultos por tu memoria, seduces. Resuenan íntimos aquellos pétalos rojos arrugados en la cama, te deslizas... Con cámara en mano, dedico mi tiempo y mis ojos para observar la belleza de tus gestos, logro capturar la emoción de ellos.
Desciendes a rosar sutilmente con tu aliento, irrumpes escalofríos que hacen temblar a aquellas que me sustentan, las adormeces, las tientas.
Segundos...
Locura...
Pasión...

Imágenes negras recopilan mis neuronas, entre recuerdos de una noche ensordecedora. Me detengo a oír a las hojas que hablan... me piden perdón por ser tan escasas mientras me arrodillo para ofrecerles un altar. Dejan huellas de emotivos encuentros, desamores y perfección lingüista.

- Puedes estar?

- Suelo estar...

Encadenarte me lleva al extremo, a ese que no pretendes ilustrar con tus intenciones. Perdóname si escondo la llave para sentirte ahí por más tiempo, para reflejar en revelados lo que anhelo... simplemente perdóname.

- Adiós.


- Hasta luego...