lunes, 21 de marzo de 2011

Vamos los dos.


La bruma del mar los envuelve de a poco en cada paso que dan hacia ese infinito universo que solo se crea en torno a ellos, deciden alejarse porque saben que en el fondo deben ser únicos en medio de la noche.

Las cavidades se vuelven más profundas al despertar entre brazos ajenos… vicio. Las olas del mar rugen buscando piedad ante tanta felicidad, piensan que sólo son dos almas atrapadas entre recuerdos atormentados, pero que al besarse sólo recrean su realidad inventada. Algunos podrán escribir maravillas, otros apostarán por mentiras y nadie logrará jamás comprender el por qué aparentan distancia, cuando verdaderamente son siameses.

Son sólo semanas de claridad, viajes de pasión, reencuentro de locuras, un libro de amor…

- Espera, De amor?

Ya no caben los minutos y las horas se vuelven cortas, vuelo precipitado, indigna satisfacción. Juegos caóticos y duelos cubiertos de sangre… se miran, tiemblan.

Cuestionamientos van, prejuicios llegan. Sus ojos muestran temor, mientras él intenta recoger pesares provocados por malas decisiones, la abraza intentando combatir el hambre de su corazón por las migajas que deja el de ella. Logro capturar aquel momento, como si no existiese nada más que observar. Son tan distintos.

Me pregunto qué será de ellos, que van sin rumbo al pasar la madrugada, buscan hogar, se buscan. Se encuentran.

Envidia, melancolía, sentimientos ilusos que estremecen a la luna que ahora si encuentra un motivo para acercarse a lo que llamamos Tierra. Su resplandor los ilumina mientras los guía a un sendero de perdición.

No puedo sentir lastima… o quizás si, por mi misma al ver que la felicidad se vuelve tan pura por solo horas. Siento lastima por no conseguir palabras que describan aquellos anhelos, anhelos que los hacían sentir vivos.

Sólo resta seguir sus huellas, o comenzar a creer que puedo estampar las mías.

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