domingo, 11 de diciembre de 2011


Cierro los ojos perdidos para mirar con mayor claridad, me perturba sentirme ajena y más aún algo estúpida. Condeno los actos misteriosos, nunca me han agradado las sorpresas.

Nudos quietos en gargantas de algodón, entumecidas por el viento seco que ligeramente pasa por aquí. Tengo rabia, si… eso es, Rabia, una acumulación de ella que nadie podría soportar y que de pronto siento que me hará explotar.

Una y otra vez persigo las razones por las cuales sigo creyendo, sigo amando, sigo soñando… una y otra vez tropiezo y tropiezo con las mismas piedras que tanto estorban en mi camino y ni siquiera alcanzo a notarlo. Llegó el momento de enfrentar la decepción, el pesar y comenzar a eliminar, a quitar esas manchas desvanecidas de miel que se posan quietas en mi piel, a sabotear todo rastro de pasión traicionera, de mentiras verdaderas… Reconocer quienes permanecen para quedarse a pesar de la tormenta, y decir adiós a los que vienen y van, presumir sonrisas en torno a un funeral y pretender sufrir por egoísmo.

Siluetas abundan en estos lugares desiertos, inquietantemente busco cobijo cuando todo a mi alrededor es de espuma, quizás solo necesito una manta puesta en un árbol… quizás solo necesito empezar a vivir por mí.

Odiarte es el camino más fácil para llegar a ti. Amarme es el método menos adecuado para hacerme feliz.

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