martes, 5 de abril de 2011

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El intentar simpatizar se vuelve absurdo cuando mis labios reflejan ira, rencor, odio.

Pues será el odio solo otra muestra de afecto indirectamente?...

El trípode tambalea por las ruinas que tiene sobre sus extremidades, ruinas olvidadas y deshechas por desamor, por insolencia, por pasión. Sigo limitando aquel mundo ingenuo entre emociones abruptas y ocultas, sigo fingiendo una sonrisa sabiendo que colapsará.

Independientes son los sonidos que procuran acercar lo ajeno, que insinúan agotamiento, pero que entre sus más dulces notas existe aun el merito que vale el esfuerzo.

Sin duda alguna pienso en congelar ese mundo de mariposas grises, ese que por un momento se vio envuelto por un arco iris, que el tiempo destiñó.

“Al recordar sus manos pensé en complicidad, esa única. Acariciaba su rostro entumecido y pasaba mis dedos por su pelo aunque supiera que no le agradaba, sólo quería sentirlo más cerca a pesar de que lo tenía a mi lado; aquel sueño me estremecía y caía en dudosas catarsis de emociones incontrolables, sólo tenía tiempo para preguntar qué me había hecho y por qué las cosas terminarían así… Yo lo veía, siempre lo ví.”

Tus letras siembran dudas llenas de maldad, dejando huellas irónicas de agonía. Hablas en vano delante de un espejo e intentas encontrar una sombra, te acercas aún sabiendo que tu respiración lo empañará y todo se volverá borroso… sigues.

De qué sirven las palabras si no vienen de ahí, del fondo, del órgano…

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